lunes, 12 de septiembre de 2016

¿Qué es la microbiota?

En muchos sentidos, podemos decir que somos más microbios que humanos. 

Los microorganismos (bacterias, hongos y virus) sobrepasan en número a nuestras células por 10 a 1. Y los genes de todos estos microbios superan en 100 a 1 a nuestros propios genes.

Este conjunto es lo que llamamos microbiota.

Nos han enseñado que las bacterias y 
los gérmenes son nuestros enemigos, dañinos y que debemos evitarlos y combatirlos. Pero si bien algunos de estos microorganismos pueden enfermarnos, la gran mayoría nos ayudan, son nuestros aliados. Si los eliminamos nuestro cuerpo no funciona correctamente y podemos enfermar.

Los humanos evolucionamos en una relación simbiótica con nuestra microbiota, por eso nuestros cuerpos dependen de nuestras bacterias para muchos procesos biológicos básicos.

La microbiota la adquirimos en el momento del nacimiento. Dentro del útero materno, estamos en condiciones estériles. Pero al pasar por el canal de parto, adquirimos toda la microflora correcta. También se va reforzando con la lactancia materna. Y va tomando su forma en los primeros tres años de vida. La microbiota va "educando" a nuestras células inmunológicas para defendernos de los agresores. Incluso durante la vida adulta, forman parte de la primera línea de defensa, incluso hay investigaciones que apuntan a que fabricarían sus propios antibióticos (aún en estudio).

Dependiendo del lugar adónde viven, los microbios son diferentes, adaptándose a zonas más húmedas como las mucosas (boca, nariz o axilas) o zonas secas como la piel de los antebrazos. El hábitat más grande, complejo  y variado de la microbiota, se encuentra en el interior de nuestro intestino.

La flora bacteriana "amiga" digiere nuestra comida, regula nuestro apetito, controla nuestro metabolismo, dirige el sistema inmune, influye en nuestros estados de ánimo, promueve la agudeza mental, determina nuestra salud cardiovascular, apoya el desarrollo óseo, produce vitaminas y otros nutrientes fundamentales, fabrica antibióticos naturales y hasta ayuda a determinar nuestra expresión genética.

Por eso, si no funciona correctamente por alguna razón (como lo que comemos o los antibióticos que tomamos que provocan la muerte de estos organismos), podemos padecer diferentes enfermedades como colitis, cáncer de colon y hasta diabetes y obesidad.

Las bacterias en nuestra microbiota no sólo nos ayudan a cumplir las funciones básicas de nuestro cuerpo (como digerir la comida). También nos ayudan a restablecer la salud intestinal y curar síntomas como fatiga, ansiedad, depresión, cefaleas y migrañas, acné, eczemas, infecciones, dolores articulares y musculares.

Mantener sana la microbiota, con una variedad de bacterias saludables, nos asegura una buena digestión y un peso saludable.

Pero, algunas bacterias provocan inflamación. Demasiadas bacterias no saludables nos conducen a subir de peso, padecer estrés y fatiga, además de ponernos en riesgo de padecer una amplia variedad de desórdenes, desde acné hasta cáncer.

Una microbiota balanceada es clave para perder peso. En la práctica diaria vemos cómo re-equilibrando la microbiota, se puede mejorar el metabolismo y eliminar la grasa.

También es crucial para nuestro buen funcionamiento mental y para tener una correcta salud emocional. Nuestro cerebro depende de unas sustancias químicas, llamados neurotransmisores, para procesar los pensamientos y las emociones. Si la flora está desequilibrada tenemos más posibilidades de sufrir ansiedad, depresión, fatiga, problemas de memoria, niebla mental...

Hay varias alternativas para 
restablecer una flora bacteriana correcta y saludable en los distintos ecosistemas. Podemos hacerlo utilizando probióticos (bacterias vivas) naturales, con alimentos fermentados (como el chucrut,el kimchi y los vegetales encurtidos y en escabeche) o tomando cápsulas de probióticos como suplementos, con cepas bacterianas adaptadas a cada ecosistema. Y también usando prebióticos, que son alimentos y nutrientes que van a alimentar nuestra flora bacteriana (como los espárragos, las zanahorias, el ajo, el puerro, la cebolla, los rábanos y los tomates, así como las menos conocidas jícama y okra). También hay especias prebióticas como la cúrcuma y la canela.

La microbiota es considerada como el órgano olvidado, pero es momento de devolverle el protagonismo que merece.

Dra. María Laura Grubicy



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